¿Alguna vez sentiste que el día se te fue y no sabés en qué?
A mí me pasó muchas veces.
Recuerdo una noche: eran las 21:00, y no tenía idea de cómo se me había ido el día. Sentía que no había sido nada productivo.
Ilusamente, pensaba que era porque los días eran más cortos o que estaba trabajando mucho.
Pero era todo lo contrario.
No es que el día se va rápido. Es que estamos distraídos.
Hablando con mis padres y abuelos, todos coinciden:
“Antes los días, los meses, los años... parecían más largos. Se aprovechaban más.”
Y no, el tiempo no cambió.
Lo que cambió fue nuestra atención.
Ya no estamos tan presentes como antes.
Vivimos distraídos:
- Chequeamos redes sociales todo el tiempo.
- Le damos más atención a una notificación que a nuestra pareja.
- Nos aburrimos con el silencio, como si aburrirse fuera un pecado.
Estamos asfixiados y ni siquiera lo notamos.
Cada momento libre ahora está ocupado por el celular o por dopamina barata.
Antes estábamos más presentes.
Ahora, simplemente estamos más conectados.
Y mientras tanto, el día se nos escapa.
La lista de tareas crece.
El foco, la energía y la productividad se disuelven.
Esto lo noté en abril, cuando comenzaba esta marca: Gbauzap.
Tenía ideas, proyectos, motivación… pero sentía que el día no me alcanzaba.
Hasta que hice un cambio.
No fue magia. Fueron pequeñas prácticas:
- Apartar el celular: que sea herramienta, no adicción.
- Usar pomodoro: 30 min de foco, 5 de pausa.
- Escribir a diario: pensamientos, ensayos, ideas.
- Tiempo para mí: gimnasio, meditación, lectura.
Pequeñas cosas, grandes cambios.
Hoy siento que tengo más control de mis días.
Menos distracciones. Más presencia.
Más vida fuera de la pantalla.
Y sobre todo, más tiempo para crear, vivir y disfrutar.
¿Qué opinas vos?
Abrazo grande, Gonzalo.