Estos últimos días me di cuenta de algo incómodo, pero necesario:
Soy muy bueno empezando cosas. Pero no siempre tan bueno sosteniéndolas.
Crear tiene algo magnético.
Una idea nueva, una app, un producto, una landing…
Todo viene con chispa, dopamina y promesa de algo grande.
Y esa energía inicial es increíble.
Te da empuje, motivación, te sentís invencible.
Sentís que esta sí es la idea buena. Que esta vez todo va a fluir.
Pero después, cuando la emoción baja, empieza lo difícil: sostener.
La parte aburrida, pero necesaria
Sostener es:
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Mostrar el mismo producto muchas veces sin aburrirte.
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Iterar aunque nadie lo vea.
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Ajustar los detalles.
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Acompañar lo que creaste hasta que encuentre su lugar.
Y ahí es donde muchas veces me caí.
Salté de idea en idea.
De lanzamiento en lanzamiento.
De "esto no funcionó" a "esto otro seguro sí".
Y eso, aunque suene productivo, muchas veces fue una forma de escape.
Una forma de evitar la incomodidad que aparece cuando el proyecto ya no es nuevo.
Cuando exige presencia, paciencia, evolución.
La trampa de la novedad constante
Vivimos en una cultura donde crear algo nuevo es glorificado.
Donde hay premios por empezar, pero no tantos por quedarte.
En redes sociales ves a todos lanzando cosas nuevas, y pensás:
"Yo también debería estar creando algo nuevo…"
Y quizás sí.
Pero también, quizás lo que realmente necesitás es sostener lo que ya creaste.
Porque cuando no lo hacés, te perdés la mejor parte: la transformación.
Cada proyecto es un maestro
Este mes lo estoy viendo clarísimo con Inner, mi app de journaling con IA.
Después de lanzarla, apareció el típico impulso: crear otra cosa. Empezar algo nuevo.
Pero esta vez decidí quedarme.
Decidí sostener.
No desde la obligación, sino desde la conciencia.
Porque cada proyecto que lanzás te está mostrando algo sobre vos.
Y si no lo sostenés, te lo perdés.
Te perdés las lecciones profundas que solo aparecen cuando te quedás.
Como esta reflexión.
Sostener es construir carácter
Hoy entiendo que crear es importante, pero sostener es transformador.
Es lo que diferencia al que lanza cosas del que construye algo real.
Sostener un proyecto es como sostener una relación.
No todo es emoción. También es cuidado, escucha, tiempo, atención.
Y eso no es menos creativo.
Al contrario.
Requiere una creatividad más madura. Más comprometida.
Una creatividad que no se fuga… sino que echa raíces.
¿Y si te quedás un poco más?
Capaz ya tenés algo que funcionó, pero lo abandonaste porque no creció al ritmo que esperabas.
O porque otro proyecto te parecía más emocionante.
Te entiendo.
Yo también fui así.
Pero hoy te invito a probar otra cosa: quedate un poco más.
Dale espacio. Dale tiempo.
Escuchá lo que tu proyecto te quiere mostrar.
Quizás, como yo, descubras que lo que necesitás no es más ideas… sino más profundidad.